“Felicidad que bonito nombre tienes” cantaba hace unos años La Cabra Mecánica, y seguía con algo así como un “felicidad vete tú a saber dónde te metes”, y digo yo… ¿es la felicidad un estado absoluto?
Hoy quiero ayudarte a entender que la felicidad no es una pregunta tipo test donde te la jugabas todo a una opción. Debes aprender a percibir la felicidad como un estado variable, es decir, no todos los días vas a ser feliz ni tampoco todos los días vas a no serlo, es más, dentro del mismo día puedes experimentar un momento de felicidad y luego vivir un mal momento, y ya está, no pasa nada.
Si echamos la vista atrás, las personas siempre estamos en busca de la felicidad, tratando de encontrar aquello que no tenemos, deseando tener más, ganar mejor…sin embargo nunca nada parece ser suficiente. Si vivimos siempre focalizados en aquello que no tenemos, puede ser que la felicidad venga en ocasiones contadas a visitarte. Y con esto no quiero decirte que ahora te conviertas en la persona más conformista del planeta simplemente que busques tu propia manera de ser feliz sin ponerte una pistola en la cabeza para conseguirlo.
Quizá no estés de acuerdo con lo que voy a decirte, pero para mí, la felicidad constante en mi vida se parece bastante al sentimiento de estar tranquilo y vivir con serenidad. Puede que ahora mismo estés pensando que no es algo tan difícil, pero puedo asegurarte que con los patrones de vida que tenemos aprendidos, vivir tranquilos tiende a costarnos horrores.
Además, como yo soy mucho de preguntas reflexivas, quiero que pares un segundo y trates de contestarte a ti mismo con toda la sinceridad del mundo la siguiente pregunta: ¿te has obligado a ser feliz en algún momento? No importa si la respuesta es sí o no, lo que importa es el sentimiento que se deriva de tu respuesta. Creo fielmente que la gran mayoría de personas en algún momento de su vida se han obligado a ser felices, y sabéis por qué, básicamente porque suele costar menos obligarse a ser feliz que afrontar las emociones que realmente estas sintiendo. Pero tranquilo, hoy no he venido a rayarte con tus emociones y con cómo las vives, eso lo dejo para cuando hablemos en el siguiente capítulo sobre luces y sombras…Así que, vamos al tema que nos ocupa… ¿eres feliz o te obligas a serlo?
¿Recuerdas cuándo hablábamos de nuestra autoestima relacionada con el uso de los filtros? Bueno, pues ahora voy a tratar de volarte la cabeza de nuevo. ¿Qué piensas si te digo que tu felicidad o la percepción que tienes de ella está bastante relacionada con las vidas idílicas que ves en redes sociales (RRSS)? ¡hala, ya está, ya lo he soltado!
Quiero que visualices la siguiente situación: llegas a casa de trabajar y para tratar de desconectar un poco abres tu cuenta de Instagram y ¿qué ves? Esa persona que siempre está viajando, o que cena o come en tal o cual sitio, el que hace un montón de planes perfectos rodeados de gente, relaciones de pareja, familiares o de amigos perfectos, en conclusión: vidas perfectas en un micro mundo perfecto, pero… ¿sabes qué? Puede que esas personas no sean más felices que tú, puedes que esas vidas, aparentemente idílicas sean solo eso, apariencias. Pero quiero, que llegados a este punto me digas ¿qué sientes tú cuando ves todo eso? Voy a tirarme un órdago y espero no equivocarme, pero creo que ver “esas vidas” no te ayudan, porque si lo piensas fríamente sólo estás viendo una mini parcela de su día, no su vida entera. Sin embargo, nuestro cerebro no hará esa diferencia y de forma completamente inconsciente imaginarás que la vida de esa persona siempre es de diez y obviamente, ¿qué querrás tú? todo lo que esa persona tiene que tú no, porque recuerda que como te decía al principio, siempre buscarás aquello que no tienes.
El único consejo que puedo darte es el siguiente: no vivas tu vida a través de una pantalla, no te presiones y no te obligues a sentir aquello que no sientes. Busca tu felicidad, pero la tuya, no la del vecino. Y por supuesto, normaliza tener días de mierda, porque sí amigos, los días de mierda existen, aunque no los veas en RRSS, y tranquilo… ¡no pasa nada! Simplemente conéctate contigo mismo, con lo que quieres y necesitas en ese momento, regálatelo y mañana será otro día en el que podrás seguir buscando o manteniendo esa felicidad que tanto nos gusta.
Así que, ya para acabar, una última pregunta… ¿Vas a seguir obligándote a ser feliz?