¡Quién nos iba a decir a nosotros que con lo bien que sonaba el 2020 iba a resultar ser un año para olvidar!
Seguro que, si echamos la vista atrás, también vivimos cosas buenas, porque claro, no todo iba a ser COVID, pero quizá sí que nos quitó más de lo que nos dio. Creo que no podemos negar que el 2020 fue un año de lecciones forzadas para todos, pero hoy no quiero que hablemos de lo que vivimos en el 2020 sino de cómo todo ello ha influido en nosotros como sociedad e individuos.
¿Recordáis aquella frase que tanto se repetía? Sí, esa que decía que el COVID nos haría mejores personas y que saldríamos mejores como sociedad de todo eso. Pues venga, abramos melón… ¿qué opináis? ¿Creéis que hemos salido fortalecidos como sociedad? Yo personalmente, creo que no. Que quizá nos hemos vuelto incluso más egoístas de lo que ya veníamos siendo. Sinceramente, creo que aquella persona que ya era buena antes de la pandemia lo seguirá siendo y que aquel que era egoísta seguirá en esa misma línea también.
Es indudable que, tras la pandemia, el consumo de la sociedad ha cambiado en gran medida o… ¿no veis ahora a todo el mundo viajando como locos? Tratamos de aprovechar cualquier oportunidad para huir despavoridos por si llegara de nuevo el caso de que todo se volviera a parar, pero… ¿creéis que hemos aprendido a disfrutar más del momento, a estar más presentes o solo estamos tratando de anticiparnos a lo que pueda o no pasar?
El COVID le dio al botón de STOP en nuestras vidas, pero eso no hizo que nuestro cerebro parara y mientras estábamos encerrados en casa seguramente que todos nosotros nos estuvimos haciendo promesas de las cosas que haríamos distintas y no paramos de pensar en cómo íbamos a ser en el futuro, cuando, realmente lo que debíamos hacer era vivir nuestro presente. Como ya os he dicho otras veces, la ansiedad aparece por un exceso de futuro y cómo supongo que ya lo estaréis sospechando os lo confirmo: sí, muchas personas han desarrollado trastornos de ansiedad derivados de esa situación.
Además, no podemos obviar aquellos trastornos que estaban “dormidos” y se han reactivado o que se han desarrollado nuevos en algunas personas. Durante la pandemia todos nos regimos por dos mandamientos clave: la higiene de manos y el distanciamiento social, ¿qué tal os lleváis hoy en día con esta parte?
El COVID nos desarrolló una preocupación excesiva, ¡cuidado! con esto no quiero decir que no fuera necesaria, pero lo que sí que era importante era el gestionarlo bien con nuestro cerebro, sin embargo, por lo general no tenemos las herramientas para gestionar nuestras emociones y esto hace que nos acaben saliendo por peteneras en cualquier momento. Como consecuencia, algunas personas han desarrollado adicciones al alcohol, las drogas, los móviles, TOC, agorafobia, etc. Quiero recordarte que no importa si te has visto afectada por cualquiera de las enfermedades anteriores, lo importante es que te reconozcas y pidas ayuda, ¡el cambio está en ti!
Para cerrar te dejo tres preguntas para que te las contestes de manera autocrítica y en voz alta, ¿estás preparado? ¿Sí? ¡Pues al lío!
- Tras el COVID… ¿te sientes más o menos parte de un equipo?
- ¿Crees que la empatía está en vías de extinción?
¿Has visto cambios en las personas de tu entorno o has sido tú el que ha cambiado?