A ver, manos arriba, ¿cuántas superwoman tenemos por aquí? Aunque no puedo veros, me atrevería a decir que somos unas cuantas, así que quiero que recuerdes lo siguiente: no estás sola.
Por lo general, cuando aparece el concepto de superwoman inconscientemente pensamos en todas esas mujeres que son madres y tratan de conciliar su vida de la mejor manera que saben y pueden, sin embargo, también están todas esas otras mujeres que no tienen hijos pero que aún sin ellos, también son unas auténticas superwoman.
Y ahora que ya están las presentaciones hechas, no nos engañemos, la conciliación no es fácil. Obviamente, según el trabajo y los horarios que tengamos puede ser más o menos sencillo, pero por lo general, conciliar viene a ser algo así como hacer encaje de bolillos.
Además, una superwoman no busca solo la conciliación sino hacer todo de una manera excepcional mientras sigue estando cien por cien disponible para todo el mundo, ¡todo muy sencillo sí!
¡Ah! Y por supuesto, todo lo anterior lo harás sin pedir ayuda, porque tú sola te bastas y te sobras, y porque, además, el resto de la humanidad debería saber que necesitas ayuda, ¿te suena esto un poco? Pues aquí vengo a darte un tirón de orejas: pide ayuda siempre que la necesites, en ocasiones, que tú lo veas obvio no quiere decir que también lo sea para los demás.
Y claro, toda buena superwoman lleva asociada su buena dosis de autoexigencia… ¿qué tal llevas tú la tuya? Te lanzo esta pregunta porque en muchas ocasiones ser tan autoexigentes puede llevarnos por la calle de la amargura y hacer que la frustración aumente cuando no conseguimos llegar a todo lo que nos exigimos.
La autoexigencia es una buena herramienta siempre que sepas utilizarla, pero seguramente, ahora estarás en el punto en el que ella te domina a ti y no tú a ella, pero tranquila, en el siguiente texto hablaremos más sobre este concepto tan maravilloso.
Como punto clave para trabajar esa frustración te diré que debes hacerte amiga de ti misma y dejar de buscar tus errores. No estás en una carrera, no eres mejor por hacer más, y seguramente no pase nada si no haces ese plus que te exiges constantemente.
Ponte delante del espejo y mírate con otros ojos, sé compasiva contigo misma y baja el ritmo, haz balance de todo lo que haces por insignificante que parezca, te aseguro que, si haces una lista, te darás cuenta de que llegas a muchísimas más cosas de las que creías, y sobre todo pide ayuda, porque no estás sola y porque, además, ¡compartir es vivir!
Para ir acabando quiero plantearte una última pregunta: ¿recuerdas cuándo fue la última vez que tuviste un momento para ti? Sí, me refiero a esos pequeños momentos que te dan la vida: un paseo, un baño, una lectura…Supongo que, como mujer coraje que eres, tiendes a anteponer las necesidades de todos, pero… ¿dónde quedan las tuyas? Ya sabemos que, si te empeñas en ello, siempre podrás estar haciendo más y más cosas por y para todos, pero…hazme un favor, date la misma importancia que al resto y busca tus momentos.
Sería genial que dentro de unos años las superwoman estuviesen en peligro de extinción, pero como de momento somos unas cuantas, quiero que te grabes a fuego las claves de las que hemos hablado y las pongas en práctica en tu siguiente día de super heroína:
- Comunícate y dí cómo te sientes.
- Pide ayuda y comparte lo que necesitas.
- Sé compasiva.
- Busca tu oasis de felicidad.
Querida amiga superwoman, cuando sientas que la conciliación te supera y que la vida te arrolla, mira a tu alrededor… ¡no estás sola!