“El caos es lo que te hace diferente. Lo que la gente no entiende de ti o lo que desea que cambies. Pero el caos es parte de uno, por ello, cuando alguien no te entienda dile: Ama mi caos” (Albert Espinosa).
Y ahora yo os pregunto: ¿qué tal lleváis lo de amar vuestro propio caos?
Es importante que entendamos que el caos o las sombras forman parte de nosotros mismos y son igual de importantes que todas nuestras luces que, por lo general, tanto nos gustan.
Aunque somos un conjunto de luces y sombras, normalmente, tratamos de vivir solo con nuestro lado iluminado y poco a poco escondemos cada vez más nuestro pequeño caos.
Quiero que entiendas que eres quien eres por todo tu lote completo, por lo bueno y lo no tan bueno que hay en ti.
Cuando conocemos gente nueva, de manera inconsciente, nos ponemos nuestras mejores galas y mostramos ese armario de maravillosas luces que tenemos montado, pero… ¿qué pasa con esa parte de nosotros mismos que no nos gusta tanto? Pues que tratamos de dejarla en casa y bajo llave, no vaya a ser que nos mostremos tal y como somos (modo irónico ON). Y dicho esto… ¿sabéis cuál es la raíz de que nos comportemos de esa manera?
Pues la respuesta es mucho más sencilla de lo que seguramente estéis pensando: no nos aceptamos. Y claramente, si no nos aceptamos nosotros, ¿quién nos va a aceptar?
Hoy queremos hablar de aprender a querer nuestras luces y nuestras sombras y para ello, lo primero y más importante que debemos hacer es reconocer nuestro caos y aceptarlo.
En ocasiones, no podemos querer a nuestros defectos porque no los reconocemos y en otras ocasiones los reconocemos tanto y nos volvemos tan autocríticos con ellos que no los dejamos salir.
Te invito a hacer el siguiente ejercicio para reconectarte con tus sombras, ¿estás preparado para conocerte un poco más? ¿Sí? Pues coge papel y boli y haz una lista de aquellas partes de ti que te gustan menos, pueden ser rasgos físicos o de tu carácter, no quiero que esta lista la hagas en diez minutos, tomate tu tiempo, lleva tu papel siempre a mano y apunta cosas a lo largo de una semana, por ejemplo. Ahora quiero que cojas esa hoja y empieces a leerla en voz alta y sin juzgarte, imagina que esa lista es la de una persona a la que quieres muchísimo y que es ella la que te la está leyendo a ti, seguro que de esta manera eres mucho más compasivo de lo que lo serías contigo mismo.
Ahora bien, ¿cómo te sientes? ¿Te reconoces? Es muy importante que analices el lenguaje con el que te has hablado, ¿te has juzgado? No estamos aquí para que te dañes sino para que aprendas a quererte un poco más.
Aceptar lo que no nos gusta de nosotros no es una tarea fácil, requiere cierto esfuerzo y dedicación, pero… ¿qué hay mejor que invertir tiempo en nosotros mismos?
Muchas veces la vida es solo una cuestión de perspectiva, ¿qué pasaría si mirases ese caos que tanto te “atormenta” desde otro prisma? O incluso, ¿qué pasaría si le metes un poco de cabeza a esos argumentos banales que te das a ti mismo? Por ejemplo, imagina que una de tus sombras es que eres una persona super desorganizada, está bien, ya lo has dicho en voz alta, ¿ha pasado algo? ¿se está acabando el mundo porque eres desorganizado? ¿te afecta en tu vida diaria? Y llegados a este punto, abro el último melón (por hoy) …si consideras que esas sombras te afectan en tu vida diaria tienes dos opciones:
- Aceptarlas y convivir con ellas sin entrar en guerra.
- Aceptarlas y trabajarlas para moldearlas. Recuerda que hoy no eres la misma persona que ayer y que mañana puedes también ser una persona distinta.
Espero que a partir de ahora te pienses dos veces cómo te hablas y cómo te muestras a los demás. Así que… ¿estás preparado para amar tu caos?